Por historia y tradición, el Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE) destaca como elemento diferencial de nuestro modelo de alimentación y gastronomía. Pero no sólo es la grasa culinaria que distingue a la Dieta Mediterránea, sino que además define nuestra cultura gastronómica, más allá de su mera consideración como ingrediente, así como nuestra agricultura. No en vano, el cultivo del olivar ha sido desde tiempos remotos uno de los más representativos del área geográfica de influencia mediterránea, constituyendo, junto a la vid y el cereal, la denominada “Tríada Mediterránea”.
Andalucía lidera dentro y fuera de nuestro país la producción y comercialización de este apreciado alimento, cuya excelencia avala en nuestra comunidad autónoma un total de 13 menciones de calidad que abarcan toda la geografía andaluza. Concretamente, 12 Denominaciones de Origen Protegidas (DOPs) y una Indicación Geográfica Protegida (IGP), “Aceite de Jáen”. Es, junto al vino, el producto andaluz que cuenta con más distintivos de calidad diferenciada. Una calidad ligada al peso de una cuidada tradición agrícola, a un territorio de origen y a métodos de producción sostenibles y respetuosos con el entorno como la Producción Integrada y la Producción Ecológica.
Junto a su importancia como elemento clave de nuestro patrimonio cultural y gastronómico, hay que destacar las reconocidas propiedades saludables y beneficios del AOVE. Entre sus muchas bondades, el consumo habitual de este producto contribuye a reducir el colesterol Ldl y aumentar el colesterol HDL (el llamado colesterol bueno). También ayuda a regular la tensión arterial, mejora el control de la glucosa y el riesgo de diabetes.